Tan tradicional como muchas de las comidas que se cocinan en él. El barro sigue siendo uno de los materiales más nobles para cocinar y un elemento típico de la cocina española reconocido a nivel internacional.
Carne, pescado, postres, bebidas… el barro es un material tan maleable en origen que permite realizar recipientes para todo tipo de alimentos convirtiéndolos en anguleras, cazuelas, ollas, platos, queimadas, pucheros, jarras, recipientes para cuajadas…
En suministros hosteleros el barro se relaciona con la antigua cocina, por su presentación rústica, en platos típicos de la gastronomía española como: guisos, sopa castellana, lechazo, bacalao, arroces, estofados… cocciones en general lentas, de larga duración, que dan un sabor único al plato final manteniendo su aroma y calor.
Ventajas e inconvenientes del barro en la cocina
- Su porosidad permite dejar solo la humedad necesaria para que los alimentos se cuezan mejor.
- Los alimentos no se pegan y no desprende ningún tipo de sustancia.
- Mantiene la comida caliente mucho más tiempo al transmitir poco a poco el calor.
- Se puede usar en el microondas, con gas, en el horno y con placas de inducción o vitrocerámica al mínimo o usando un difusor de calor
- Uno de los inconvenientes es que las cazuelas son muy pesadas y frágiles. Al ser sometidas a calor hay que hacerlo de forma progresiva para que no puedan romperse y tener cuidado al manipularlas porque queman.
Cómo curar y limpiar el barro para cocinar
La primera vez que usamos un utensilio de barro que someteremos a calor, tenemos que curarlo para prevenir que se rompa y su sabor impregne la comida. Esto es: sumergirlo en agua fría durante 12 horas, secarlo, frotar con un ajo para que se cierren los poros del barro, llenar la cazuela de agua con media taza de vinagre y ponerla a hervir hasta que la taza quede por la mitad y dejar enfriar.
Para el uso diario es suficiente lavarlo con agua y jabón y nunca usar una esponja metálica. El uso de lavavajillas también está permitido.