A simple vista, una cocina no tiene por qué contar con una campana. Así lo han mostrado varias revistas de decoración, que han enseñado a los lectores atractivas cocinas sin extractores de humo o arquitectos que diseñan la cocina de varias viviendas sin este tipo de aparatos. ¿A qué se debe tal sacrificio?
En teoría no es obligatorio que en una cocina haya un extractor de humo, siempre y cuando haya una vía de escape por el que se vaya el humo generado en la misma y entre aire nuevo. Así, si en la cocina existe una rejilla de ventilación o la vitrocerámica se encuentra al lado de una ventana, no resulta imprescindible para los inquilinos contar con un extractor de humo.
En una cocina industrial, sin embargo, los extractores de humo son una gran ayuda. No solo porque protegen a los empleados de las cocinas de acumulaciones de gases y olores, sino porque filtran las partículas nocivas que puedan estar en suspensión en el aire.
En general podemos encontrar dos tipos de extractores de humo. Por un lado, las campanas de succión, que envían al exterior humos, olores y gases mediante un tubo conectado a la fachada exterior del restaurante. Por el otro, las campanas de filtro de carbono o recirculación. A diferencia de las primeras, éstas no cuentan con un tubo de evacuación, sino que filtran el aire y lo depuran, devolviéndolo a la cocina.
A la hora de escoger un extractor de humo, conviene prestar atención al nivel de extracción que se necesita o el nivel de ruido, ya que éste puede ser una molestia para el equipo de cocina. Precisamente, ésta es una de las ventajas que tienen los extractores de humos de Hernández Suministros Hosteleros, que evitan además que los alimentos que se están preparando absorban los malos olores.